Ricardo Paredes Vassallo:
“Mi libro La Plaga Humana es cien veces superior a cualquier
libro escrito en el Perú (por su necesidad y potencia mental). Para no hablar
de mi otro libro: LOS CHOLOS Y EL PODER, que ha actuado con mayor contundencia
que LOS SIETE ENSAYOS de Mariategui en transformar el pensamiento y la realidad
para INKAS y CHOLOS en el Perú. ¡Quiero ver a dos intelectuales que rebaten lo
que expreso!”.
Los CHOLOS somos la mayoría absoluta en el Perú, ¿o no?
¿Y no es necesario, entonces, que los CHOLOs deban ser
gobernados por CHOLOS y no por japoneses o blancos, toda vez que lo que se come
o se piensa es producido por ellos.
EL ¿PELIGROSO? CONCEPTO "CHOLO"
(El siguiente articulo ha sido escrito por un pituco y los
CHOLOS tienen que tomar nota de lo que se dice en el, al margen de sus
calidades explicativas o gramaticales contra mi).
Artículo Escrito por el analista político y docente
universitario Raúl Pastor.
SOBRE EL XENÓFOBO CHOLOFASCISMO DEL SEÑOR PAREDES:
Por, Raúl Pastor Gálvez.
Señor, Paredes Vasallo, vamos a aclarar, de una vez por
todas, su peligroso concepto de "cholo", para salirle al paso a las
implicancias de tal "revanchismo emocional", "mezcolanza
mestiza", "puridad racial", "supremacía poblacional" o
"superioridad cultural".
A ver, el hecho es que: somos más de 100 variantes
dialectales, más de 60 naciones atrapadas, todas, dentro de un territorio
nuestro pero ajeno porque un Estado no representativo simula que somos una
única nación para que puedan engullirse de un bocado toda la riqueza del
territorio único que defienden para ocultar que en nombre de Imperios extraños
e incluso propios,... somos exfoliados y expoliados, por decirlo de algún modo.
El hecho resulta de un proceso histórico, cuyo lejano trauma
sigue generando consecuencias de todo orden, mientras nuestras gentes resisten
pero languidecen y se atomizan, privadas como están de un órgano político para
hacerse escuchar y para construir destino mancomunada y solidariamente. Así,
hemos devenido en extraños dentro de nuestro país y en mendigos que miran cómo
las riquezas sacadas de nuestros territorios, con nuestro concurso pasivo,
asalariado y o servil, se acumulan arriba de la escala social y luego parten
fuera del país.
Así, pues, si por "choledad", como Ud. la entiende,
se trata del número o el sentimiento de una raza, mayoritaria o hegemónica, se
llegaría a la xenofobia delirante de echar del Perú a todos los
"extraños" (ergo, los "no marrones") ... a no ser que que
se sometieran para quedarse en el territorio de la "puridad" que Ud.,
para horror, imagina.
Si por "choledad" se refiriera el "milagroso
fenómeno económico, ponderado por los sociólogos, de la "marginalidad
emergente"...entonces se trataría del mestizaje aburguesado y urbano de un
reducido estrato de nuestras gentes, exaltado mañosamente por las estadísticas
oficiales y liberales.
Así, pues, en sentido negativo, si la "choledad"
quisiera ser algo concreto y accesible, por razones ni exclusivas ni
excluyentes, no habría de ser ni emotiva, ni racial, ni sólo cultural y, por
cierto, ni sólo poblacional, ni, por supuesto, escasamente
estadístico-emprendeduril, como en ditirambo se despachan los sicofantes del
republicanismo unitario y decadente de los últimos cien años, subidos al coche
neoliberal de los apátridas partidarizados a un lado y al otro del espectro
político.
En sentido positivo, si la "choledad" quisiera
significar algo debería tratarse, más bien, del camino histórico-político del
gran contrato democrático, entre gentes de lenguas y culturas diversas, en pie
de igualdad, cada una en sus territorialidades auto referidas; de clases
sociales diferentes pero convergentes, de ideas políticas, filosóficas y
religiosas disímiles, pero afines a un proyecto de redención histórica.
Dotadas, para eso, de poder real, como Estados Autónomos,
sean indígenas o no indígenas, urbanas o rurales, emergentes o sumergidas,
empoderadas o excluidas, cualquier concepto de "choledad" no será el
de la "soledad" que segrega, que anquilosa, que condena a la lucha
fratricida que nos escamotea la oportunidad del tiempo.
Su discurso parece a veces, espero que sin proponérselo Ud.,
un nazi-fascismo a la inversa, esto es un nazi-fascismo de
"marrones", de "cholos" o de "autóctonos". No le
de manija al calvario recurrente, cruento e infructuoso de la guerra civil, en
que los "débiles" pierden y pierden a sus mejores hijos en una ruta
ciega y sin sentido.
Espero lo entienda, porque no es cierto que las palabras no
matan, como supuestamente habría dicho Sócrates, abogando a favor de la
isegoría ateniense. Disculpe la extensión, pero había que ir someramente a
fondo.
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