Orígenes de
la ESTUPIDEZ HUMANA
Por: Ricardo Paredes Vasallo
Desde muy lejos en el tiempo (por ejemplo por Esiodo y Descartes o por las sociedades primitivas y hoy en nuestras grandes urbes e imperios), se sostiene que el hombre no es solo cuerpo sino también espíritu; en fin, que este está constituido por dos esencias (una que es su cuerpo mecánico y funcional y otro que es su espíritu o su inteligencia, equivalentes ambas, entonces, a una que es material y concreta y a otra sutil, inmaterial y sublime). Pero veamos cuál ha sido el cálculo y cuáles las finalidades previstas para esta peculiar y fantástica división, que hoy no aparece antojadiza ni errónea a nadie, sino muy objetiva y cierta.
Este escisión (completamente mental, claro) fragmenta el ser animal del hombre en dos unidades inexistentes fuera de la mente o al margen de la naturaleza. Pues, ¿por qué sólo los “humanos”, como seres vivos, tendrían alma además de cuerpo y los otros animales y seres vivos no? Para mí, por lo menos, los propósitos de filósofos y curas son obvios y evidentes: Uno, para justificar la existencia de Dios; dos, para autoproclamar al hombre como hijo de Dios y único ser superior y distinto del resto de los animales y seres vivos – como al ser escogido sobre todos esos seres vivos que no tienen alma ni inteligencia pero si un cuerpo perecedero, útil, pero sin destino ni historia-. Tres, demostrar que la espiritualidad del hombre, fehaciente en los logros sociales por su inteligencia, no es correlativa sino opuesta a la del animal básico e instintivo (al que suponemos estúpido y que no es guiado por razón alguna, porque carece de objetivos racionales y trascendentes (es decir: “porque aquellos no tienden hacia la belleza, hacia lo bueno, o hacia lo verdadero”, Etcétera).
En conclusión, que la falaz "espiritualidad humana", por antonomasia, convierte a los hombres en los únicos seres supremos, autorizados por su raciocinio y albedrío de hacer o deshacer cualquier cosa en la Tierra como en el Universo.
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